Cómo duele sentirse rechazado, ¿verdad? El dolor del rechazo es un dolor que se vuelve físico, casi puede palparse y que deja heridas emocionales profundas en nosotros. En el amor cuando la otra persona por la que tenemos grandes sentimientos nos dice que no nos quiere, que no quiere tener una relación seria, que no es momento o cualquier otro eufemismo que vienen a significar todos lo mismo (no quiero estar contigo) nos viene el dolor del rechazo. Es como si nos arrancaran de cuajo el corazón y a la vez ansiamos tener aquello que no podemos. Es nuestra droga y se convierte en una obsesión.

¿Por qué duele tanto el rechazo?

 

 

Es curioso como actúa nuestro cerebro ante el rechazo. A través de estudios con resonancias magnéticas funcionales se pudo comprobar como funcionaba el cerebro ante situaciones de rechazo. Se descubrió que se activan exactamente las mismas áreas que cuando tenemos dolor físico, por eso sentimos el dolor del rechazo como algo real ya que nuestro cerebro lo procesa como tal.

 

El rechazo nos causa dolor físico debido a nuestro funcionamiento cerebral.

 

Para nuestros ancestros ser rechazado implicaba mucho más que ahora. Estaba en juego su propia vida al tener que enfrentarse a los peligros por si solos en lugar de en grupo. Esto provocó, según muchos psicólogos evolucionistas, que se activara en nuestro cerebro una especia de alarma ante el rechazo para captarlo antes de que fuera demasiado tarde. Vamos, que el culpable del dolor físico ante el rechazo es de nuestro cerebro. También nuestro sistema nervioso central libera adrenalina para preparar a nuestro cuerpo en su sistema de supervivencia lucha-escape. Por eso sentimos taquicardias, sudoración, músculos tensos…

 

La simple evocación por una canción que nos traiga recuerdos o una foto de esa persona nos hace trasladarnos a ese momento y podemos revivir el dolor que sufrimos como si hubiese sido ayer. En cambio con el dolor físico eso no podemos hacerlo. Por mucho que recuerdes el mayor dolor físico que hayas tenido no lo vas a poder sentir solo con pensar en él. Una de las peculiaridades del dolor emocional, que duele cuando lo sufres y cuando lo recuerdas.

 

Todos nos hemos visto expuestos al rechazo en algún momento por lo que sabemos de lo que estoy hablando: personas de las que nos enamoramos que no quieren estar con nosotros, amigos que no nos invitan a celebraciones, trabajos en los que nos rechazan,… Todos tenemos la necesidad de pertenecer a un grupo, de conectar con alguien en profundidad. Y que nos rechacen cala en lo más hondo de nuestra alma, sobre todo cuanto más importante es la persona o situación. Nos hace sentir tristes, desolados y desorientados.

 

Pobre autoestima

 

 

La autoestima no sale bien librada en los rechazos. Cuando depositamos nuestra autoestima en nuestra pareja, si ésta desaparece también lo hace nuestra valía. Por lo que el rechazo nos da de lleno en la autoestima. Y al dolor emocional causa por el rechazo muchas veces le sumamos una tortura «made in» nosotros mismos, que ataca a nuestra autoestima desde dentro causando en ocasiones más sufrimiento que el propio rechazo.

 

Nos convertimos en nuestros peores enemigos y nos recriminamos ser así o asá, como si ser de otra forma nos hubiera hecho evitar el rechazo. Nos criticamos y juzgamos duramente, “no eres lo suficientemente bueno/a”, “eres demasiado vieja/o”, “es un castigo por lo mal que me porté en el pasado, me lo merezco”, “no merezco amor” o “yo estoy en una categoría inferior”. Estas creencias negativas son mucho más negativas para nosotros que el rechazo en sí mismo. Como si no fuera suficientemente doloroso vivir un rechazo metemos el dedo en la llaga con pensamientos autodestructivos.

 

Si tienes una autoestima sana no depositarás tu autoestima en nada exterior a ti, y no vivirás los rechazos de la misma forma. Dolerán, claro que dolerán, pero no te regodearás en la autocrítica ni te flagelarás por ser como eres. Tu valor será independiente de la persona que esté a tu lado. Por eso hay que trabajar tanto la autoestima. Podéis leer mi artículo sobre «10 consejos para mejorar la autoestima» y también la podéis trabajar de forma profunda con mi CURSO ONLINE DE AUTOESTIMA. Tenéis toda la info AQUÍ.

 

dolor rechazo

Síndrome de abstinencia

 

 

En algunas personas incluso se desata una especia de síndrome de abstinencia similar al producido por las drogas. Nuestra máxima atención y energía está en recuperar el foco de nuestro dolor, nuestro Santo Grial. Nos volvemos unos yonkis de esa persona: necesitamos escuchar su voz, su risa, verla en persona y no soltarla. Sea como sea, aunque tengamos que arrastrarnos por el suelo y prometer la luna en un bote (señal de poca autoestima, todo vale para recuperar a esa persona aunque tenga que humillarme). Recuperar a esa persona se vuelve imprescindible, necesario como respirar y de vital importancia. NECESITAMOS volver al estado de antes y para eso tenemos la necesidad de recuperar lo que perdimos.

Y luego hay personas que para escapar de ese dolor, para no tener que enfrentarse a él de nuevo, evitan todo tipo de situaciones en las que pueden ser rechazados. Sobre todo en lo referente al amor. ¿Cuánta gente conocemos que después de un rechazo sentimental haya proclamado que JAMÁS volverá a enamorarse? (Como si eso fuera posible, también os digo). Pues ese es el miedo que habla, un corazón roto que te dice que no podrá curarse, que paren de maltratarle, que solo quiere amor y aceptación. Lo que necesita nuestro corazón es curarse, trabajar en nuestra autoestima y nuestra valía en lugar de renunciar al amor por una persona.

Evitar el rechazo es sinónimo de fracaso, porque fracaso no es perder sino directamente no haberlo intentado.

Cuando alguien nos rechaza no es porque seamos menos o no nos hayamos portado bien. Es como pretender que un león no nos coma porqué somos vegetarianos. Da igual lo que hagas o digas, no podemos obligar a nadie a querernos ni a estar con nosotros. Es duro, pero tú también rechazarás a personas con las que no quieres tener una relación y vivirán lo mismo que estás sintiendo tú. Y no es por qué esas personas sean poco para ti o no sean lo suficientemente buenas. Simplemente no son para ti.

Heridas emocionales

 

 

Grandes rechazos en la infancia o muchos rechazos seguidos de adultos pueden provocar grandes heridas emocionales. Un hijo que se siente rechazado por sus padres es carne de cañón para llevar sobre sus hombros una gran herida emocional, que si no sana la acarreará toda la vida.

 

Por eso muchos adultos buscan en su pareja ese el amor incondicional que les faltó de niños, esa persona que te debería de querer por encima de todo. Pero la pareja no da ese amor incondicional de un padre, es insustituible. Por eso caemos en patrones mentales en nuestras relaciones que nos boicotean.

Culpa, vergüenza, poca valía. Señales de heridas emocionales que necesitan salir al aire y sanar.

En otro artículo os contaré unos consejos para afrontar un rechazo de una forma sana y no autodestructiva. Por que las hay. Podéis dejarme un comentario y contarme cómo habéis vivido vosotros un rechazo importante, como lo afrontasteis y si lo habéis superado o no. ¡Os leo a todos!. Y en cuanto pueda os respondo. 😊 En mis redes sociales encontraréis material todos los días sobre psicología, autoestima, crecimiento personal y superación. Respondo preguntas, me escribís e interactuamos. 

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