Es una pregunta que nos hemos hecho todos alguna vez, ¿verdaderamente la puede la gente cambiar? ¿Puede una persona que lleva años comportándose de una determinada manera modificar su conducta? Están los que por un lado desean fervientemente que una persona pueda cambiar y los que afirman con rotundidad que eso es imposible, que la gente no cambia. ¿Quién está en lo cierto?
La respuesta es sí, la gente puede cambiar
Rotundamente sí, la gente puede cambiar. Podemos cambiar nuestros hábitos, pensamientos o conductas para mejorar nuestra vida.
Cualquier momento de crisis personal es una buena oportunidad para cambiar uno mismo. Es un momento en que tu vida se tambalea y comienzas a replantearte pensamientos y creencias que antes dabas por hecho por los ojos cerrados. Te cuestionas la necesidad de hacerlo porque no te ayuda a crecer, porque no te funciona o porque directamente no te gusta.
Todos cambiamos. No eres la misma persona que eras hace quince años, ni diez ni 5. Puede que ya no seas el mismo desde hace solo un año. Lo que vivimos y como lo experimentamos hace que vayamos cambiando. Pero como los cambios suelen ser muy poco a poco ni siquiera somos conscientes de ello. Lo malo es que no siempre cambiamos para mejor cuando no es una decisión consciente.
¿Cómo se puede cambiar?
Imaginemos que nuestra mente es como una montaña nevada y que nosotros estamos en la cima con un trineo. Nuestras conductas y pensamientos son las posibles rutas que podemos hacer con nuestro trineo. Si siempre nos lanzamos con él desde el mismo sitio, ese camino tendrá menos nieve y será más fácil descender ya que tendrá las marcas de nuestro trineo. Cada vez que pasemos se quedarán las huellas más y más marcadas en la nieve. Por eso lo fácil sería descender por ese camino “establecido” y por inercia, de una forma automática, tomaremos esa ruta.
Si probamos con otra posible ruta al principio será difícil, la nieve nos dificultará el paso, encontraremos obstáculos y descenderemos lentamente, sobre todo las primeras veces. Tendremos muchas tentaciones de volver por el camino “fácil”. Esta metáfora de la mente define perfectamente como trabajaría nuestra mente.
Nuestras conductas son conexiones neuronales en nuestro cerebro que tienden a repetir el mismo camino conocido, por eso solemos reaccionar de la misma manera ante un determinado estímulo. Por suerte para nosotros nuestro cerebro se caracteriza por su plasticidad, por poder moldearse aun cuando somos adultos. Podemos modificar esas conexiones neuronales. Pero de la misma manera que tomar un camino nuevo por la montaña nevada era trabajoso y nada fácil, cuando decidimos cambiar también resulta complicado y arduo, no es fácil. Pero si somos conscientes de cuál es el hábito, pensamiento o conducta a cambiar, si sabemos que hay una opción mejor y las mejoras que supondrían a nuestra vida, ya tenemos un gran paso.
¿Por qué hay gente que intenta cambiar y no puede?
Pues puede haber varios motivos. Como hemos visto antes cambiar no es fácil y uno puede rendirse antes de tiempo. O puede que su motivación para querer cambiar no sea propia si no que venga de fuera. Como cuando sucede en las relaciones de pareja y los últimatums. “Si no cambias se acabó”. Entre que la frase es bastante genérica y que querer cambiar no es intrínseca no suele dar buenos resultados.
También puede ser que se quiera cambiar para conseguir algo a cambio. Esto también sería motivación extrínseca (motivación externa) que no suele ser señal de éxito.
O puede directamente que no quieran cambiar o que crean que no pueden hacerlo. Difícilmente puede lograrse si se piensa así. Si estás convencido de que la gente no puede cambiar, ¿cómo vas a hacerlo tú? Sería contradecir tus propios pensamientos y la mente no funciona así. Tu mente hará lo que se llama profecía autocumplida, que es cuando tenemos una falsa creencia y buscamos o moldeamos la realidad para que se acabe cumpliendo.
Para cambiar hay que querer cambiar
“Yo ya soy demasiado mayor para cambiar”. Frase recurrente donde las haya seguro que la has escuchado más de una vez. Lo que quiere decir para mí es “estoy demasiado cómodo en mi zona de confort y no quiero salir de aquí. Mejor cambia tú”. Es una autoexcusa donde parapetarse. No cambian porque no quieren. Punto y pelota.
Quiero dejar claro también que hay mucha gente que pone la fe en que la gente cambia para soportar cierto tipo de relaciones personales. Sostener una relación con promesas de cambio sin estar acompañadas de acciones es un precio demasiado alto para mantener a largo plazo.
Puedes decidir cambiar tú, pero jamás podrás obligar a otra persona a cambiar.
Todo esto requiere de fuerza de voluntad, tiempo, autocontrol y motivación, es un camino de caídas y subidas. No busques cambios inmediatos porque no funciona así. Hay que comprometerse con la decisión de cambiar. No es fácil pero es posible.
No te pierdas mi artículo sobre cómo modificar creencias limitantes, te ayudará a conseguir tu objetivo.
Porque recuerda… no hay limitaciones para la mente, excepto las que quieras aceptar.
Excelente artículo, yo eh escuchado a muchas personas que dicen que la gente no cambia y que han sido atendidos por psicólogos y les meten esta idea pero yo creo que si se puede cambiar solo es cuestión de querer
Excelente comentario. Y estoy totalmente de acuerdo.
Felicitaciones por la claridad de conceptos y la forma de explicarlos.
Muchas gracias Oscar! Me alegro de que te haya gustado mi artículo. un saludo!