El amor es uno de los más bellos sentimientos que puede experimentar una persona, quien lo haya vivido sabe que el amor es inimitable, inigualable e inexplicable. Es uno de los sentimientos más maravillosos que podemos experimentar. Pero el amor no es siempre una experiencia feliz.
En la otra cara de la moneda tenemos al desamor.El desamor duele y mucho. Quien lo haya sufrido sabe que es uno de los dolores interiores más fuertes que existen, traumáticos y desestabilizantes. Está relacionado con el síndrome de abstinencia, como si la persona amada actuara de droga.
¿Qué pasa en nuestro cerebro?
“La separación es todo lo que se necesita para conocer el infierno -Emily Dickinson”
Tanto el amor como el desamor son algo universal. Nos afecta a todos por igual, en cualquier lugar del mundo. Lo primero que debemos saber es cómo funciona nuestro cerebro cuando estamos enamorados y cuando sufrimos de desamor.
Cuando estamos enamorados se activa el núcleo accumbens, la zona relacionada con sistema de recompensa del cerebro, que regula la motivación, atención, deseo y ansias. Es el encargado de liberar dopamina, serotonina y oxitocina, lo que nos hace estar más felices, exaltados y vemos todo “de color de rosa” (siempre y cuando sea correspondido, ¡claro!). Es la misma zona que se activa al tomar una droga.
Con el desamor, ocurre todo lo contrario. Es como volverse a enamorar pero al revés. Nos volvemos adictos a la dopamina que liberaba nuestro cerebro al estar enamorados. Disminuyen los niveles de serotonina lo que crea pensamientos obsesivos, impulsivos y negativos. Aumentan los niveles de cortisol y adrenalina, subiendo los niveles de estrés. El sistema inmune se debilita y la capacidad de pensar racionalmente se debilita.
El núcleo accumbens también es el encargado de analizar pérdidas y ganancias. ¿Qué hice mal? ¿Qué perdí con esta relación? ¿Por qué no funcionó? Se activa en decisiones nada fáciles donde la pérdida o ganancia es importante.
También se activa la zona cerebral relacionada con el apego profundo. Tenemos la necesidad imperiosa de recuperar a la otra persona, por la que sentimos un vínculo especial. Lo que hace que nos volvamos pesados, insistentes e impulsivos. Es el culpable de los arrebatos por desamor.
Entonces se unen los sentimientos de amor romántico junto al sistema de recompensa que nos enfoca hacia esa persona de manera obsesiva, y se intenta hacer cualquier cosa por recuperar a la otra persona.
Síndrome de abstinencia
El desamor se convierte en síndrome de abstinencia: deseamos con todas nuestras fuerzas estar con la persona amada, nos obsesionamos con ella, no podemos sacárnosla de la cabeza, el amor se vuelve obsesivo, se hacen locuras para poder verla…
Investigaciones demuestran que la actividad cerebral es la misma que un cocainómano en abstinencia. Te vuelves adicto de la persona a la que amas. Genera ansiedad, frustración, depresión, pensamientos de que la persona es insustituible…Se provoca una verdadera dependencia hacia la otra persona como si fuera droga.
Hasta se pueden dar los mismos fenómenos que cuando se está de abstinencia, como la “tolerancia” hacia la persona (da igual lo que la veamos, parece que nunca es suficiente), y las famosas “recaídas” (explicaría porque muchas parejas pasan por una etapa de romper y volver en poco espacio de tiempo).
¡Cómo duele el desamor¡
Quien lo ha sufrido lo sabe, no solo es poesía. El desamor duele, y no solo afecta emocionalmente. Después de algunas investigaciones con resonancias magnéticas se ha llegado a demostrar que el dolor emocional puede llegar a doler a nivel físico. Cuando se sufre por amor las áreas cerebrales que registran el dolor físico se activan más de lo normal.
Se llama cardiopatía de Takotsubo o “Síndrome del corazón roto” para los románticos. Es muy similar a un ataque al corazón, dolor en el pecho y dificultad para respirar, pero en este caso no deja secuelas. Esto está provocado a los altos niveles de estrés intenso.
Además del dolor emocional por no poder estar con la persona amada (sensación de falta de control, sensación irreal de que esa persona es irremplazable, sensación de rechazo…) se le suman dolores físicos fomentados por el dolor emocional, como sensación de tristeza profunda, ganas de llorar, dolor en el corazón, ansiedad…
Entonces… ¿por qué seguimos enamorándonos? Pues se debe a nuestra capacidad de supervivencia, si volvemos a tener pareja es más fácil que nos reproduzcamos como especie. No os perdáis el artículo «Cómo superar una ruptura sentimental» que os puede ayudar si estás pasando por una separación de pareja en estos momentos.
Si has tenido una ruptura hace tiempo y todavía no lo has superado pide ayuda psicológica. Nuestras creencias, culpas e idealizaciones nos pueden anclar al pasado y no nos dejan avanzar. Con ayuda de un profesional puedes pasar esta etapa de una forma positiva para poder continuar con tu vida.
Porque recuerda… Con el desamor el corazón, tanto el figurado como el real , duele.