A todos nos ha pasado alguna vez (o más bien muchas veces). Esperar algo de alguien, no conseguirlo y frustrarnos. Acabamos sufriendo por esperar un determinado comportamiento de nuestra pareja, amigos, hijos, padres… y suma y suma.
Al final acabamos siendo víctimas de nuestras propias expectativas. Es una trampa en la que caemos pero ¿quién creó esta trampa?
Significado expectativa
Primero veamos que significa la palabra expectativa. Si la buscamos en la wikipedia dice “es la posibilidad razonable de que algo suceda. Para que sea expectativa tiene que haber, en general, algo que lo sustente. De lo contrario sería una simple esperanza que puede ser irracional o basarse en fe. La expectativa surge en casos de incertidumbre cuando aún no está confirmado lo que ocurrirá. La expectativa es aquello que se considera más probable que suceda y es, en definitiva, una suposición más o menos realista”
De esta definición podemos sacar varias conclusiones:
- Es una posibilidad razonable, un pronóstico. Pero de la persona que espera, claro. Es una razonamiento desde su punto de vista, que no tiene porque ser el mismo (de hecho lo normal es que sea distinto) del de la persona sobre la que recae nuestras expectativas.
- Si no hay base racional estaríamos hablando de esperanza, que estaría basada en la fe.
- El que tiene las expectativas tiene un papel pasivo. Simplemente espera que los acontecimientos o conducta de alguien sean de una forma determinada.
- La expectativa está ahí porque todavía no ha sucedido nada. Es una suposición, pero en realidad puede pasar cualquier cosa.
¿Por qué tenemos expectativas?
Tener expectativas es algo normal. A lo largo de nuestra vida tenemos relaciones sociales donde tratamos con personas muy distintas, y a través de esas interacciones sacamos conclusiones de su personalidad y comportamiento.
Los seres humanos tendemos a categorizar todo. Según lo que percibamos y en qué profundidad, iremos metiendo a los demás en categorías que los describan. Es algo muy útil y adaptativo pero no es nada preciso. Somos seres complejos es constante interacción con el contexto y es imposible meternos en una categoría que nos describa tal cual somos.
A partir de ahí, de nuestra percepción de cómo es la gente que nos rodea, es de donde nacen nuestras expectativas. Como hemos visto no son nada precisas, es más, muchas no se cumplirán.
Las expectativas sirven para ayudarnos a prever el comportamiento de los demás ante una determinada situación. Estas expectativas a su vez, afectarán a nuestro comportamiento ya que somos a su vez expectativas de otros.
La trampa de las expectativas
El problema es cuando los demás no se comportan como nosotros esperamos que lo hagan. Podemos incluso en muchas ocasiones forzar a los demás para que hagan lo que esperamos de ellos. Provocan malentendidos, tiranteces e incluso distanciamientos o rupturas. Las expectativas son una trampa que nos generamos nosotros mismos. Ansiamos desde nuestro egoísmo que las cosas salgan a nuestro parecer sin tener en cuenta al otro.
Cuando tenemos una serie de expectativas en cómo se va a comportar nuestra pareja, jefe, amigo, hermana… al no suceder nos frustramos, nos generamos muchísimo sufrimiento y desgasta las relaciones.
Esto se debe a varios motivos, entre ellos éste es el más destacado: Pensar que los demás se comportarán como nosotros lo haríamos. Es un error garrafal. Cada uno de nosotros somos diferentes, con percepciones y formas de ser completamente distintas.
Somos un complejo sistema de creencias, experiencias, valores, creencias… y todo esto conforma nuestra personalidad. Incluso dos hermanos gemelos idénticos que comparten el 100% de sus genes tienen una personalidad distinta. ¿Cómo vamos a ser iguales con gente con la que ni quiera compartimos genes?
Y mucho de nuestro comportamiento tiene su base en nuestro inconsciente, es información que ni siquiera el propio porteador sabe que la tiene o no tiene acceso consciente a ella. Por eso muchas veces ni nosotros mismos sabemos cómo reaccionaremos ante una determinada situación o en su momento reaccionamos de manera completamente distinta a como pensábamos.
No esperes nada de nadie
Esta frase es demoledora, lo sé. La primera vez que la oí me horrorizó. Si no podía esperar nada de nadie, ¿qué me quedaba? Pero si te paras a analizar la frase no es tan desalentadora como parece.
No quiere decir que tenemos que perder la fe en la humanidad, ni que el mundo está perdido, ni que tengas que desconfiar de los demás. Lo que quiere decir esta frase es que somos seres únicos y que no puedes depender de lo que haga otra persona para tu propia felicidad. Si pones en manos del comportamiento de otros que seas feliz o no, lo más probable es que no lo seas. Tu felicidad debe estar en tus manos, tiene que depender de ti y no lo que haga o deje de hacer alguien.
Si crees que los demás te van a querer más o menos por tener un tipo determinado de comportamiento vas a ser un infeliz toda la vida. Estarás a merced de algo tan voluble como la respuesta de alguien. Además de que no tiene porque ser cierto, no todos demostramos nuestro amor y cariño de la misma forma. De eso os hablaré otro día.
Tus amigos, tu pareja, tu familia… no tiene porque compartir tu opinión, ni forma de ser ni de ver la vida, ni entender el amor como tú lo entiendes. Ellos tienen su propia percepción, y no puedes obligar a nadie a que adopte la tuya ni nadie puede obligarte a aceptar la de otro. Y eso no significa que no os queráis, significa que respetáis y aceptáis vuestros mundos.
Por que recuerda…sólo puedes influir en tus propias decisiones, que es donde debe residir tu felicidad.